Se
acaban de cumplir cuarenta años del célebre Congreso de Suresnes en el que el
PSOE eligió como máximo dirigente al compañero Isidoro, Felipe González. No han faltado entre los socialistas actos
conmemorativos del evento, aunque, todo hay que decirlo, de manera tímida, casi
vergonzante, los tiempos no están para ciertas celebraciones.
Sin
embargo, en un momento como el que se está viviendo en España, con un sistema
político absolutamente podrido, fruto de una transición tramposa y corrupta a
la que se ha querido hacer pasar por modélica, el recuerdo de aquel suceso no puede
pasar de tapadillo, como si no quedaran testigos –incómodos- del Congreso y del
marco en el que se celebró.
En
su libro “La Cia
en España”, Alfredo Grimaldos afirma que Felipe González y otros socialistas
llegaron a Suresnes gracias a los servicios secretos de la Presidencia del
Gobierno de Franco. Según afirman antiguos agentes del SECED al citado autor,
en aquellos tiempos (1974) sus entrevistas con distintos dirigentes socialistas
españoles del interior eran frecuentes. En una de esas entrevistas con Nicolás
Redondo, los citados agentes le convencieron para que no se presentara para Secretario
General, que era lo que le pedían la mayoría de los socialistas del interior,
dejando de esta forma el espacio libre para que fuera elegido Felipe González.
(1)
Desde
el Gobierno de Franco se dio órdenes de que no se detuviera a los participantes
del Congreso al volver a España, y a la Brigada Político
Social instrucciones de que no detuvieran a los socialistas, mientras tanto los
comunistas eran tratados con la misma saña de siempre (2) siendo sometidos a
tortura y condenados a largas penas de cárcel.
El
congreso se financió con fondos de la socialdemocracia europea proporcionados
por Willy Brandt, que ejercía de capataz de los americanos en la Internacional
Socialista. Los policías españoles que acompañaron a Isidoro
y los suyos y asistieron al Congreso llegan a decir, quizás con ironía, que
entre los que acudieron desde España había más policías que socialistas. En el
cuaderno de notas del comandante Miguel Paredes del SECED figura la siguiente
anotación: “Felipe González, el
sevillano, parece apasionado pero es frío. Hay en él algo falso, engañador. No
me ha parecido un hombre de ideales, sino de ambiciones. (3) Desde luego
hay que reconocer que en esta ocasión a ese agente no le falló el ojo clínico.
Como
obra y gracia de la lamentable transición/transacción española se creó un
sistema basado en una ley electoral tramposa y en una tendencia al
bipartidismo, a que todo fuera cosa de dos partidos que recibirían ingentes
cantidades de dinero, tanto del exterior como del interior. Era una especie de
Plan Marshall en el que había dinero para todos los que estuvieran dentro del
sistema. Así, con el PSOE ya en el gobierno, se llegó al referéndum sobre la OTAN y los socialistas, que
en su camino hacia el poder habían repetido hasta la saciedad aquello de “De entrada no”, se desdijeron de sus
promesas electorales y donde habían dicho digo entonces dijeron Diego, pidiendo
el Sí. Con un argumento desvergonzado afirmaban que desde dentro de la OTAN iban a trabajar por la
paz y por una Europa unida y autónoma, que dentro iban a tener una línea
“coherente” de contribución a la paz en cualquier parte del mundo. (4) Era el
momento de pagar la deuda contraída con los que movían los hilos desde la
sombra. Y las palabras nuevamente se las llevó el viento, de lo de trabajar por
la paz, nada de nada, la OTAN
sembraba Belgrado de bombas que llevaban la muerte a la población civil, siendo
secretario general de la misma el socialista Javier Solana.
Nadie puede extrañarse con estos antecedentes que
durante el todopoderoso gobierno de Felipe González se incubara el régimen de
mangancia e impunidad dominante en el Reino de España. La gente entusiasmada lo
eligió “Por el cambio”, para que
erradicara esos mismos vicios procedentes del franquismo, y sin embargo, sin
saberlo votó por que nada cambiara: Caso Juan Guerra, GAL, fondos reservados,
caso Lasa y Zabala, caso Roldán, Filesa…etc. etc. Todo esto nos tiene que servir
para no volver a tropezar en la misma piedra. Porque no podemos ser tan
ingenuos de creer que los que han movido los hilos como en un teatro de
marionetas no van a seguir haciéndolo, y ahora mismo están, seguro, promocionando
a otro “chico joven”, a otro Isidoro, si no con chaqueta de pana como el de
ayer, con camisas de cuadro de Alcampo, pero eso sí, con el apoyo de los medios
de comunicación tras los que está siempre el que mueve los hilos.
(1) GRIMALDOS, Alfredo “La CIA en España” Edición
digital. Pág. 81.
(2) Op. cit. Pág.
82.
(3) Op. Cit. Pág. 82.
(4) CLAUDÍN, Fernando y PARAMIO,
Ludolfo. “OTAN Razones para permanecer” EL PAÍS, 16-VI-1984.
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