sábado, 18 de octubre de 2014

CÓMO SE CREA UN ISIDORO

            Se acaban de cumplir cuarenta años del célebre Congreso de Suresnes en el que el PSOE eligió como máximo dirigente al compañero Isidoro, Felipe González.  No han faltado entre los socialistas actos conmemorativos del evento, aunque, todo hay que decirlo, de manera tímida, casi vergonzante, los tiempos no están para ciertas celebraciones.

            Sin embargo, en un momento como el que se está viviendo en España, con un sistema político absolutamente podrido, fruto de una transición tramposa y corrupta a la que se ha querido hacer pasar por modélica, el recuerdo de aquel suceso no puede pasar de tapadillo, como si no quedaran testigos –incómodos- del Congreso y del marco en el que se celebró.

            En su libro “La Cia en España”, Alfredo Grimaldos afirma que Felipe González y otros socialistas llegaron a Suresnes gracias a los servicios secretos de la Presidencia del Gobierno de Franco. Según afirman antiguos agentes del SECED al citado autor, en aquellos tiempos (1974) sus entrevistas con distintos dirigentes socialistas españoles del interior eran frecuentes. En una de esas entrevistas con Nicolás Redondo, los citados agentes le convencieron para que no se presentara para Secretario General, que era lo que le pedían la mayoría de los socialistas del interior, dejando de esta forma el espacio libre para que fuera elegido Felipe González. (1)

            Desde el Gobierno de Franco se dio órdenes de que no se detuviera a los participantes del Congreso al volver a España, y a la Brigada Político Social instrucciones de que no detuvieran a los socialistas, mientras tanto los comunistas eran tratados con la misma saña de siempre (2) siendo sometidos a tortura y condenados a largas penas de cárcel.

            El congreso se financió con fondos de la socialdemocracia europea proporcionados por Willy Brandt, que ejercía de capataz de los americanos en la Internacional Socialista. Los policías españoles que acompañaron a Isidoro y los suyos y asistieron al Congreso llegan a decir, quizás con ironía, que entre los que acudieron desde España había más policías que socialistas. En el cuaderno de notas del comandante Miguel Paredes del SECED figura la siguiente anotación: “Felipe González, el sevillano, parece apasionado pero es frío. Hay en él algo falso, engañador. No me ha parecido un hombre de ideales, sino de ambiciones. (3) Desde luego hay que reconocer que en esta ocasión a ese agente no le falló el ojo clínico.

            Como obra y gracia de la lamentable transición/transacción española se creó un sistema basado en una ley electoral tramposa y en una tendencia al bipartidismo, a que todo fuera cosa de dos partidos que recibirían ingentes cantidades de dinero, tanto del exterior como del interior. Era una especie de Plan Marshall en el que había dinero para todos los que estuvieran dentro del sistema. Así, con el PSOE ya en el gobierno, se llegó al referéndum sobre la OTAN y los socialistas, que en su camino hacia el poder habían repetido hasta la saciedad aquello de “De entrada no”, se desdijeron de sus promesas electorales y donde habían dicho digo entonces dijeron Diego, pidiendo el Sí. Con un argumento desvergonzado afirmaban que desde dentro de la OTAN iban a trabajar por la paz y por una Europa unida y autónoma, que dentro iban a tener una línea “coherente” de contribución a la paz en cualquier parte del mundo. (4) Era el momento de pagar la deuda contraída con los que movían los hilos desde la sombra. Y las palabras nuevamente se las llevó el viento, de lo de trabajar por la paz, nada de nada, la OTAN sembraba Belgrado de bombas que llevaban la muerte a la población civil, siendo secretario general de la misma el socialista Javier Solana.   

             Nadie puede extrañarse con estos antecedentes que durante el todopoderoso gobierno de Felipe González se incubara el régimen de mangancia e impunidad dominante en el Reino de España. La gente entusiasmada lo eligió “Por el cambio”, para que erradicara esos mismos vicios procedentes del franquismo, y sin embargo, sin saberlo votó por que nada cambiara: Caso Juan Guerra, GAL, fondos reservados, caso Lasa y Zabala, caso Roldán, Filesa…etc. etc. Todo esto nos tiene que servir para no volver a tropezar en la misma piedra. Porque no podemos ser tan ingenuos de creer que los que han movido los hilos como en un teatro de marionetas no van a seguir haciéndolo, y ahora mismo están, seguro, promocionando a otro “chico joven”, a otro Isidoro, si no con chaqueta de pana como el de ayer, con camisas de cuadro de Alcampo, pero eso sí, con el apoyo de los medios de comunicación tras los que está siempre el que mueve los hilos.

(1) GRIMALDOS, Alfredo “La CIA en España” Edición digital. Pág. 81.

(2) Op. cit.   Pág. 82.

(3) Op. Cit.  Pág. 82.

(4) CLAUDÍN, Fernando y PARAMIO, Ludolfo. “OTAN Razones para permanecer” EL PAÍS, 16-VI-1984.



jueves, 24 de octubre de 2013

UN COMUNISTA LLAMADO PICASSO

Frecuentemente se organizan desde el poder actos para homenajear a destacados personajes del arte y de la cultura con el fin de utilizarlos como una actividad más en su política propagandística. Eso ha venido ocurriendo con Antonio Machado, Miguel Hernández, Federico García Lorca, y naturalmente con Pablo Ruiz Picasso; en todos los casos se reelabora su biografía para ofrecer el retrato de un personaje que nada tiene que ver con el que fue en la realidad ni con lo que su obra representó para la cultura. En el caso de Picasso el mundo cultural de Málaga, su tierra natal, nos presenta una imagen de él edulcorada, olvidando deliberadamente la propia historia de la relación de la ciudad con el pintor, además de silenciar, como si no hubiera tenido ninguna importancia, su compromiso social y político.
Un ejemplo de ello fue la inauguración en 2003 del Museo Picasso Málaga, acto en el que se dio cita la extensa fauna de personajes y personajillos conservadores y horteras de la ciudad y de otras latitudes. Todo se hizo bajo la presidencia del Rey de España a mayor gloria de la casta de elegidos por la fortuna y de los valores  establecidos, mientras al pueblo se le otorgaba el viejo papel de aplaudidor desde las aceras. No importó para nada que el pintor durante toda su vida abominara de ese tipo de gente y de sus ideas políticas y estéticas. Nadie quiso recordar que en su última estancia en Málaga viviera experiencias nada agradables con la sociedad conservadora que representaban sus parientes y el círculo social con el que éstos se relacionaban, para los que Pablo era, sin duda, un don nadie merecedor del mayor de los desprecios. Nunca más volvería a la ciudad. Ni tampoco del desaire de las llamadas fuerzas vivas de la ciudad en los años sesenta, que frustraron con sus desplantes y su negativa a que su obra viniera a Málaga –A Picasso ni caso- la posibilidad de la creación del museo en vida del autor. La sociedad conservadora de nuestros días –Alcalde, concejales, academiquillos…etcétera, todos ellos presididos por el Rey-, inauguraron, exaltaron y cantaron loas al artista, pero eso sí, presentándolo como uno más de ellos, al borrar de su biografía lo que chocaba con la sensibilidad ultraconservadora.
Pero no fue Picasso el pintor decorativo que parece desprenderse de esos actos, ni tuvo nada que ver con el tipo de pintura edulcorada y halagadora del modelo, tan querida por esas mismas instancias e instituciones, sino que su arte fue la negación de esa pintura y sus autores, así como del mal gusto de una clientela amante del academicismo, que, dicho sea de paso, era idéntica a la que hoy organiza actos en su honor. Porque Picasso fue un ferviente defensor de la República, a la que ayudó con su arte, acrecentando sus logros estéticos, precisamente en los momentos dramáticos en los que el pintor debió de vivir intensamente las noticias que llegaban de una guerra en la que el fascismo acababa con las libertades a sangre y fuego. Al producirse, el 26 e abril de 1937, el bombardeo de la villa de Guernica, que conmovió al mundo, en la mente del artista empezó a gestarse una obra que pudiera representar el drama del pueblo español. El 1º de mayo, a menos de una semana de los sucesos, ya realizó el primer esbozo del cuadro, en el que aparecían el toro, el caballo herido y la lámpara encendida que finalmente acabarían formando parte esencial del Guernica. Con anterioridad, en enero de 1937, había comenzado una serie de grabados que luego fueron vendidos en beneficio de los republicanos españoles: El sueño y la mentira de Franco.
Pero veamos qué era lo que el propio Picasso dijo de su pintura y que nunca encontramos reproducido en esos abundantes homenajes y celebraciones:

            “¿Creéis acaso que un artista es un imbécil  que sólo tiene ojos si es pintor, oídos si es músico, una lira dentro del corazón si es poeta, o también, si es boxeador, solamente músculos? Al contrario, al mismo tiempo es un hombre político, constantemente alertado ante los desgarradores, ardientes o deleitosos acontecimientos del mundo, que de ningún modo le dejan indiferente.” “La pintura no está hecha para decorar los apartamentos. La pintura es un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo.” “Yo no he pintado la guerra porque no soy de esos pintores que como un fotógrafo, van a la búsqueda de un tema. Pero no cabe duda de que en los cuadros que pinté entonces, existe la guerra. Quizá más tarde un historiador demuestre que mi pintura cambió bajo el influjo de ésta.” “Mi adhesión al Partido Comunista es la consecuencia lógica de toda mi vida y toda mi obra, Y orgullosamente lo digo. Nunca consideré la pintura como un arte de adorno ni de distracción; por medio del dibujo y el color quise, puesto que éstas son mis armas, avanzar siempre en el conocimiento de los hombres y del mundo.” “He venido al comunismo como se va a la fuente.” Ese, y no otro, era el genial pintor, un republicano y un comunista, aunque ellos, los conservadores y horteras, quieran alterar su biografía, para hacer pasar de matute un Picasso falso. 

jueves, 8 de agosto de 2013

HOY POR TI, MAÑANA POR MÍ

Los casos Gürtel y Bárcenas pusieron de manifiesto lo que era un secreto a voces para todos: el pago de jugosas comisiones por parte de empresarios que gracias a ellas se beneficiaban de contratas de obras públicas y otros servicios. En el trasfondo de todo ello subyace la financiación ilegal del partido que dice tener un mayor número de afiliados en España, claro que lo que no dicen es que en él no sólo no paga cuotas casi nadie, sino que sus cargos y dirigentes cobran grandes sobresueldos. Es evidente que ese partido ha hecho trampas en las elecciones, al menos durante los últimos veinte años, porque ya se sabe, ha contado con unos medios económicos ilícitos con los que no contaban otros partidos. Por su parte, sus socios benefactores empresarios también han jugado sucio, perjudicando gravemente a otros colegas suyos más honrados o menos indecentes que ellos. Son escándalos que en un escenario democrático, sin lugar a dudas tendrían que haberle hecho dimitir al gobierno y convocar nuevas elecciones, pero quizás eso sería pedir demasiado en un país como España en el que abundan como en ningún otro lugar los papanatas y la gente dotada con enormes tragaderas dispuestos a engullir todo lo que le echen.
Por si todo ello no fuera suficientemente grave, aparecen otros muchos casos de macro-corrupción, miles de casos, como el de los famosos EREs, que ha salpicando a altos cargos del partido que se dice de izquierda y que ha atraído durante décadas a la mayor parte de los votos de los trabajadores de esa tendencia. En este espectacular caso de fraude intervinieron también como figuras estelares algunos sindicalistas, cómplices necesarios, que olvidaron su obligación de defender a los trabajadores y aquello de lo que dependen en gran medida: lo público; en lugar de ello se dedicaron a desviar millones hacia los bajos fondos de la política..
¿Qué han hecho esos partidos que gracias a nuestro sistema electoral viciado han recibido conjuntamente el ochenta por ciento de los votos que les proporcionaba mayorías absolutas a veces apabullantes? Pues más o menos taparse tras el burladero resistiendo todo lo que les han permitido las circunstancias –“resiste Luis”-.  ¿Qué explicaciones han dado unos y otros a la opinión pública y a sus votantes? Ni más ni menos que ofrecer el bonito espectáculo del “pues tú más” vergonzosa respuesta del que está dispuesto a mostrar ante todo el mundo su desvergüenza. Sin embargo, pese a aparentes enfrentamientos dialécticos, dimes y diretes y supuestos rifirrafes, cuando de verdad se presentó la oportunidad de hacer algo, como en la Comisión de investigación del Parlamento Andaluz sobre el caso de los EREs, se vio que los lobos no se muerden unos a otros, limitándose a amagar sin hacerse daño. Ambos se pusieron de acuerdo para votar en contra del dictamen en el que se establecían responsabilidades políticas. Es que ya se sabe, hoy por ti, mañana por mí. ¿Qué otra cosa podía esperarse entre socios que sostienen al sistema y que defienden un mismo modelo de sociedad que va desde la Monarquía hasta la OTAN pasando por la ayuda a la banca y los recortes. Después de todo es la corrupción derivada del bipartido con mayorías absolutas que hemos padecido, una suciedad que ambos, en beneficio del sistema del que se han beneficiado, están dispuestos a lavar como puedan en un río al que no llegará la sangre ni en sentido figurado. 

Con este bonito panorama la gente está harta y desilusionada con la política. Pero eso a estos golfos no les importa ni poco ni mucho, porque saben que de la administración no se puede prescindir y que, pase lo que pase, en el futuro inmediato algo ya les caerá a ellos que cuentan con la complicidad de los medios de comunicación –prensa, radio y televisión-, y también con el respaldo de muchos votantes, porque, aunque parezca mentira, sigue habiendo gente dispuesta a votarles, aunque su robo se demuestre en los tribunales. Es evidente la gran representatividad del sistema político español donde abundan los corruptos dispuestos a robar a un pueblo que en un porcentaje altísimo quiere seguir siendo robado. No se puede pedir más. 

lunes, 29 de julio de 2013

EN EL PAÍS DE LA CORRUPCIÓN

El Reino de España tiene un problema gravísimo: la corrupción. Aun no puede percibirse en su plenitud todo lo que nos han robado, porque esas vergüenzas se esconden bajo un velo muy tupido con el que están empeñados en ocultarlas las más altas instancias y los máximos poderes del Estado, precisamente los que estarían obligados a castigarlas y ponerlas a la vista de todos los ciudadanos, en definitiva los perjudicados por tan generalizada golfería. Las cantidades robadas son enormes, lo que tiene que hacernos pensar que si esa riqueza en lugar de estar depositada en paraísos fiscales, al margen de la economía española estuviera produciendo en el país, a buen seguro que el paro sería mínimo o quizás gozaríamos del ansiado pleno empleo. Pero no, la realidad es muy otra. Durante muchos años nos han robado a mansalva, en primer lugar, aquellos a los que los ciudadanos habían dado su confianza, precisamente para que defendiera lo de todos, lo público. Pero no fueron sólo políticos los que participaron en este gran aquelarre, sino que con ellos, acompañándoles, había otra mucha gente de las altas esferas sociales, como banqueros, grandes empresarios…y un largo etcétera de lo más granado de la marca España. 
A estas alturas en todo el planeta se sabe que éste es uno de los países más corruptos que existen. La prensa internacional informa cada día de los nuevos casos de corrupción que se van conociendo, que en nuestro país el dinero negro, pasando de una mano a otra en maletines o en bolsas de basura, es algo habitual. Así, los observadores extranjeros no se explican, que ante el galopante deterioro que esa lacra ha producido en las condiciones de vida de la población –en los de abajo, claro está-, no se haya producido ya una revolución en la que se echen a la calle millones de personas –muchos más de los que salieron el 15M– para llevarse por delante al sistema junto con la Monarquía, sus banqueros y el nefasto bipartido que ha monopolizado el poder y a lo que se ve, también los recursos derivados de éste. Nadie confía ya en las posibilidades de supervivencia de la Monarquía española.
El problema es aún mayor, si cabe, si tenemos en cuenta que la corrupción es vista por muchas de sus propias víctimas como algo natural. Es lo que ha venido ocurriendo en esta España de falsa democracia en la que la gente incluso ha votado repetidamente a personas condenadas por corrupción otorgándoles la mayoría absoluta. Frases como “yo haría lo mismo”, “todos roban” o “aunque roba me gusta como gobierna”  son sintomáticas de hasta dónde llega la corrupción, al convertir en cómplices a cientos de miles o millones de personas. Es evidente que esa gente también es corrupta, y lo que es más grave lo hace no sólo gratuitamente, sino costándole el dinero. ¿Qué calificativo habría que dar a esos entusiastas? El de corrupto queda corto por demasiado benevolente. Otórguele el lector el que estime más apropiado del amplio repertorio que ofrece la lengua castellana.

Como se ve el sistema político instaurado en España en la famosa Transición, segunda Restauración borbónica, tan alabada por la prensa española a su servicio, es una especie de zombi agusanado que espera ser enterrado definitivamente. Cada día son más los millones de españoles indignados y dispuestos a rescatar el dinero que les pertenece y que permanece a la sombra en cuentas bancarias en paraísos fiscales, cuando son sus titulares los que deberían estar a la sombra una buena temporada. Se trata, nada más y nada menos, que de tener la vergüenza necesaria para arrojar a las cloacas de la historia, con todas sus consecuencias, a las clases dirigentes de este desventurado país.

miércoles, 17 de julio de 2013

EL HERMANO MARROQUÍ DEL REY

El rey de Marruecos es mucho más que el jefe del Estado de un país vecino para el rey de España, según ha dicho en numerosas ocasiones, como un hermano. Mediando una relación tan fraternal es lógico y natural que se presente de visita en cualquier momento y ocasión, sin importarle para nada que los musulmanes se hallen en pleno ayuno del Ramadán, Juan Carlos es tan campechano con todos y tan familiar con el rey marroquí, que allá va, cualquier día y a cualquier hora. Hay confianza para ello. Cabría pensar que viaja buscando a un amigo con el que desahogarse, porque la Monarquía está en España en sus horas más bajas. “Ay, Mohamed, hermano, cada vez tengo más gente en contra. A mi familia y a mí nos abuchean en todas partes: en el fútbol, en la calle, en las universidades, en los teatros…en todas partes…”  Pero no, para eso no se necesita un séquito como el que se ha desplazado a Marruecos, nada más y nada menos que cinco ministros, nueve ex ministros de Asuntos Exteriores –hasta uno que lo fue con la UCD- y 27 importantes empresarios.
La visita ha sido calificada oficialmente como muy importante porque según se dice a bombo y platillo ya hemos desplazado a Francia como el país con mayores inversiones en Marruecos con 20.000 empresas establecidas. No cabe duda de la importancia del viaje, pero… ¿para España o para Marruecos? Porque esas 20.000 empresas hace algunos años estaban a pleno rendimiento en nuestro país y decidieron deslocalizarse estableciéndose en Marruecos, donde los trabajadores –incluidos niños de escasa edad- tienen que soportar salarios muy bajos y la falta casi absoluta de derechos laborales. El resultado de nuestras estrechas relaciones con Marruecos y otros países donde se explota a la población al límite, ha sido el desmantelamiento casi total de nuestra industria y la ruina de nuestra agricultura. Ahora la más alta magistratura del Estado pretende abrir el camino a nuevos empresarios a fin de que aumenten sus beneficios estableciéndose en el país vecino, no importa que sea a costa de la miseria galopante de la sociedad española. ¡Fantástico! A estas alturas ya deberíamos saber que sus más preciados ideales sólo se identifican con el aumento de sus beneficios.
A ese lamentable concepto de cómo defender los intereses de España hay que añadir un asunto más: el contencioso pendiente sobre el Sahara, donde España dejó abandonados a los habitantes de un territorio que administraba y del que huyó de forma vergonzosa, entregándolo a Marruecos. Por aquellas fechas, el 2 de noviembre de 1975, el flamante rey de España, Juan Carlos I, ante jefes y oficiales del ejército español dijo que se comprometía a proteger. “los legítimos derechos de la población saharaui ya que nuestra misión en el mundo y nuestra historia nos lo exigen”. En qué poco ha valorado desde entonces la misión de España en el mundo y en qué poco nuestra historia. Claro que el valor de su palabra para el resto de los mortales tampoco puede exceder el de un céntimo de euro, por no decir de peseta, que aunque valdría menos, ya no está en circulación.

Crece la indignación entre los saharauis, que sufren el asesinato y el encarcelamiento por parte de Marruecos y también entre los españoles, que se ven arrastrados a la ruina y a la miseria por un sistema tramposo de Monarquía parlamentaria, instaurada bajo la etiqueta de democracia sin serlo y en el que miles de corruptos y corruptores han robado a mansalva. Mientras tanto, todo está preparado para que las noticias de televisión nos informen del gran éxito de la visita. Ambos monarcas se besan cariñosamente y todos pensamos que son tal para cual. 

jueves, 11 de julio de 2013

LAS ATADURAS DE FRANCO

Cuando en la famosa Transición se recordaban las célebres palabras del Dictador de que todo estaba atado y bien atado, los que queríamos una España con democracia plena, pensábamos en lo engañado que estaba Franco cuando lo dijo, porque creíamos –o queríamos creer- que se estaba construyendo un sistema político verdaderamente democrático. En nuestros días, casi a los treinta y cinco años de la Constitución, nos hemos topado con la triste realidad de que una parte muy importante de la población se encuentra en niveles de pobreza similar a los que se padecían en los años cuarenta o cincuenta del pasado siglo, en los años en que el franquismo decía aquello de que España es diferente y otras lindezas por el estilo; el retroceso en cuestiones como los derechos ciudadanos, las libertades, la igualdad de oportunidades, etcétera, no es menos preocupante, lo que inevitablemente tiene que hacernos pensar que no era el dictador el que estaba equivocado, sino la gran masa de demócratas que nos tragamos aquella supuesta democracia sin ser conscientes de lo que estábamos engullendo.
Claro que todo estaba bien atado. Continuaron ejerciendo los jueces del Tribunal de Orden Público que habían condenado injusta e ilegítimamente a decenas de miles de personas que luchaban por la democracia así como los policías que los habían torturado salvajemente. En ambos casos no sólo siguieron en sus puestos, sino que fueron ascendidos y condecorados. Los viejos políticos escondieron su camisa azul con el cangrejo rojo bajo una nueva camisa blanca, afirmando – algo novedoso pera ellos- que eran demócratas de siempre. Todo fue como un gigantesco y espectacular juego de magia. Nada por aquí, nada por allá. Alejop. Todo había cambiado.
Pero no, todo no había cambiado, como en el famoso Gatopardo sólo habían cambiado las apariencias para que todo siguiera igual que siempre. Ahora, en nuestros días, cuando los que de verdad detentan el poder nos aprietan las clavijas a la gran masa de la población exprimiéndonos para seguir obteniendo pingües beneficios y los corruptos y evasores nos sangran, nos damos cuenta de que seguimos manejados por las mismas familias que con sus caciques oprimieron a los sufridos españoles, las que se sublevaron contra la República, las que asesinaron a cientos de miles de españoles o los mantuvo entre rejas. De esas castas y de los que se les incorporan, padecemos explotación, represión y enormes sufrimientos. De todo ello hay unos responsables, en primer lugar los que nos dejamos engañar tan fácilmente cegándonos por lo inmediato y confiando en la buena fe de los que a lo largo de la historia nunca la tuvieron, y también, por qué no decirlo, líderes a los que en su día dimos nuestra confianza. Hay que referirse, naturalmente, a Felipe González y Santiago Carrillo que consiguieron que se aceptara la Monarquía arrinconando el recuerdo de la República por la que tantos habían dado su vida y sobre todo dejando en el olvido a las víctimas de la represión fascista.

¿Habremos aprendido la lección? ¿Seremos capaces de cortar el nudo gordiano de los poderes heredados del franquismo o nos dejaremos engañar por nuevos felipes gonzález y santiagos carrillo ¿Juzgaremos ahora a los nuevos líderes con un mínimo de exigencia crítica para evitar una nueva transición tramposa o volveremos a ser tan ingenuos como en nuestra más reciente historia? El tiempo lo dirá, pero no olvidemos que nuestras desgracias no son el fruto de una maldición divina, sino de los errores y deficiencias que como pueblo arrastramos los españoles. 

sábado, 29 de junio de 2013

NUESTRA DEUDA CON LAS VÍCTIMAS.

     Desde la ONU y otras instancias internacionales se ha venido instando al régimen de la Monarquía española a que condene al franquismo sin que hasta la fecha se haya demostrado la menor intención de hacer justicia con las víctimas de uno de los mayores genocidios cometidos en el planeta. Ni Santiago Carrillo ni Felipe González en la famosa y desafortunada Transición exigieron la rehabilitación de las víctimas, ni hizo nada el PSOE de Felipe González cuando contó con un apoyo aplastante de la ciudadanía que le dio el dominio de la administración estatal, de las autonomías y de la mayor parte de los ayuntamientos, especialmente los de las grandes ciudades. Luego, pensar que el gobierno de Aznar fuera a hacer algo, era tanto como pedir peras al olmo y mientras tanto, pasaban los años y las cunetas y las fosas comunes de España seguían sembradas con los restos de cientos de miles de demócratas -lo más valioso que tuvo la República- que dieron sus vidas por la libertad. Más tarde, el gobierno de Rodríguez Zapatero aprobó una Ley de la Memoria Histórica, un gran avance si se le compara con la actitud hipócrita del Partido Popular, pero que no hacía justicia al seguir sin condenar el genocidio ni anular las sentencias de los tribunales ilegítimos franquistas.
     Actualmente, con la entrada de Izquierda Unida en el gobierno autonómico de Andalucía, parece que, aun con las limitaciones de que sean medidas que afectan sólo al ámbito andaluz, parece que se toma con mayor interés la cuestión de la justicia con las víctimas del genocidio al exigir a los ayuntamientos que se eliminen de las calles de sus municipios el escarnio de conservar los nombres de los asesinos y verdugos fascistas. En Málaga - por fin- se ha tomado la decisión de quitar el nombre de Carlos Haya, un aviador fascista que masacraba cada mañana a la ciudad con sus bombas, del principal hospital de la ciudad. Como no podía ser de otra forma se han alzado las voces de los herederos a título universal del franquismo, entre ellas las del alcalde Francisco de la Torre -ferviente católico- y su delfín Elías Bendodo. Alegan que hubo víctimas en los dos bandos, pero lo que no dicen es que unos defendían la legalidad y otros eran insurrectos fascistas, ni que los republicanos asesinados lo fueron una vez terminada la guerra, durante cuarenta años de represión. Tampoco dicen que a los fascistas caídos se les rindió honores como "Gloriosos caídos por Dios y por España" y a sus viudas se les otorgaban privilegios y se les concedían estancos mientras que las viudas e hijos de los republicanos asesinados se morían de hambre, ni que los restos de los demócratas llevan más de setenta años en las cunetas y en las fosas comunes.
      Ya va siendo hora de que se empiece a hacer justicia, no es una cuestión que pueda despacharse diciendo que es cosa del pasado, porque según las leyes internacionales contra los crímenes de guerra y los genocidios, estos delitos no prescriben nunca, y los demócratas españoles nunca vamos a olvidar la enorme deuda que tenemos contraída con los que un día lucharon por una España libre y democrática.